20 oct 2012

Tendencia y moda

Deseo que el blog no sea tendendcia

Hoy vamos a comentar un par de conceptos interesantes, tendencia y moda.

Al público normal, estas dos palabras pueden parecer iguales, ya que todas dos están relacionadas con un concepto u objeto que se vuelve centro de atención durante un tiempo. Pero la clave, y eso es habilidad de la gente de márqueting, es diferenciarlas por la duración.

Una tendencia es un pico de popularidad de alguna cosa durante un periodo de tiempo corto. La moda, en cambio, tiende a durar bastante más, aunque tampoco exageradamente. Y sin embargo, la importancia de las dos es totalmente diferente. Siempre nos interesará una moda antes que una tendencia.

Cuando una persona piensa en la popularidad o la viabilidad para un producto, es normal observar las tendencias y las modas del momento. La clave aquí es distinguir las tendencias de las modas: las tendencias desaparecerán rápido, y a lo mejor no es lo ideal para la popularidad de nuestro proyecto. Normalmente, cuando se crea un producto, implica un paso de tiempo en que probablemente una tendencia desaparezca. Y eso implica que sacaremos un producto no popular.

Podríamos nombrar tendencias y modas. No solo es terreno de la ropa, sino que también implica más campos: los libros de Harry Potter abrieron terreno para que la fantasía juvenil volviese a estar de moda, y facilitar la edición de productos de este género, de la misma manera que Crepúsculo lo ha hecho para las historias románticas sobrenaturales. En cambio, una tendencia es algo que no dura, y por lo tanto es más difícil nombrarlas, pero podríamos considerar una gripe como una especie de tendencia: es algo que aparece rápido, se esparce muy rápido, y desaparece. Las tendencias tienden a olvidarse rápidamente, y muchos editores aprovechan los tirones para crear estrellas de la música que aparecen muy puntualmente, o el caso de las idols japonesas, que tienen tan solo unas semanas de fama.

Así pues, si queremos conseguir cierto éxito, deberíamos fijarnos en las modas del momento, y diferenciarlas de las tendencias. Una vez hecho ésto, debemos entender algo clave en las tendencias y modas: el target, o audiencia. La audiencia de un producto es clave para su éxito, y si queremos explotar una moda debemos apuntar adecuadamente nuestro producto a la audiencia adecuada. Las chicas veinteañeras no comprarán literatura infantil para ellas, así como no podemos crear una película de sangre y sexo para niños. Una vez entendida la moda y el target, nos podemos poner manos a la obra.

Habrá gente que se preocupará ya, o de hace un rato, por el súbito enfoque "empresarial" de esta entrada. Algunos dirán que no es propio de un escritor o artista querer enfocar artificialmente su trabajo. Pero debéis entender que la popularidad es la base de cualquier artista, por más duro que suene, y trabajar con las modas puede ser un buen motor de promoción: la gente que esté dentro del target estará encantada de un producto adecuado a sus gustos, y la publicidad gratuita y el interés pueden ayudar mucho. Y si no os gusta pensar en modas, pensad igualmente que una comunidad está siempre regida por un tipo básico de personas, que pueden ser vuestro target en caso de escribir para la comunidad. Al final, escribir tiende a ser un ejercicio para que la gente lea, y facilitar tal tarea es también un punto a tener en cuenta. Otro ejemplo son los concursos: fijaos siempre que cada concurso tiene su "personalidad", y tienden a premiar un tipo de obra por encima de otra. El trabajo de investigación puede simplificaros la vida.

Recordad, pues, aquél dicho de "donde fueres, haz lo que vieres", y demostrad vuestra versatilidad con el pincel, la pluma o la cámara.

12 oct 2012

El Nombre

Es siempre culpa de los padres


El nombre es algo muy importante en una creación. Y no me refiero tan solo al nombre de la obra, sino también al nombre de cualquier elemento dentro de él, ya sea personajes, lugares o elementos propios.

Un nombre implica, primero de todo, cierta importancia: es un trabajo extra para el lector el hecho de recordar el nombre y relacionarlo correctamente, así que debemos justificar este esfuerzo. Hay veces que, mirándolo fríamente, ciertos personajes o elementos no necesitan tampoco un nombre propio. O incluso la falta de nombre propio es una característica del mismo. Es muchas veces más fácil llamar a alguien por su papel que ponerle un nombre propio que quizá no necesita. Por otra banda, es más cómodo muchas veces llamarlo con un nombre comodín o una convención, antes que inventar un nombre o un palabro. Estos temas están ya tocados en anteriores entradas, así que no voy a entrar más.

Llegamos pues, al momento clave: hemos asegurado que el nombre es imprescindible y necesario. Bien será normalmente un personaje protagonista o importante, un objeto o acción muy propio y clave en nuestra historia, o un lugar... La idea es básicamente la misma. Tenemos dos tipos de nombres:

- El nombre descriptivo: Es quizás el más poco natural en muchos casos, pero el literalmente más útil. Principalmente estamos hablando de un nombre que ya nos avanza o indica cosas de su portador. Somos incapaces de imaginar "Hivernalia" sin frío o nieve, o negar la pureza de Albus Dumbledore por su nombre. No soy responsable de lo que después realmente impliquen estos nombres en la historia. 

Todos los nombres en clave son normalmente descriptivos, también. Y es que la idea de relacionar a algo ya por solo su nombre es una ayuda muy grande en la exposición de historias.

- El nombre propio: Serían todos los demás, principalmente los de la mayoría de personas que leemos éste blog. No hay normalmente razón de peso aparente para que el nombre signifique algo. Frodo Bolsón o Haruhi Suzumiya son nombres que a buen principio no nos indican nada de su portador. Y sí, he usado portador adrede.

Los nombres propios dan más realismo, pero nos ponen aún la tarea de describir todo, y el lector tiene que recordar un nombre que no puede relacionar tan fácilmente.

Una vez decidido el tema, hay cosas a tener en cuenta: un nombre en nuestra obra muestra o debería mostrar cierta parte cultural de la misma. Geralt de Rivia viene de un sitio (Rivia) donde al parecer no hace falta apellido, cosa muy normal además en ciertas sociedades medievales, donde el apellido era un derecho regalado por la nobleza. En las sociedades latinas mantenemos los dos apellidos, mientras que en las anglosajonas tan solo mantienen el del padre de familia, perdiendo la madre el suyo al casarse. Una ciudad normalmente tiene un nombre con significado, aunque el significado esté escondido en algún idioma o circunstancia antigua.

Es por eso que cuando se trata de un nombre, no es el nombre y ya está: es una marca cultural que se imprime sobre el elemento. Debemos primero entender la sociedad que le puso el nombre para ver qué nombre le puso: entender si se referían a la situación del pueblo, a la utilidad del objeto o a si el crío se parecía al abuelo. Debemos ver si el nombre debe ser compuesto, si debe llevar herencia de alguna cosa (otro hecho cultural, como el del pueblo antes comentado, o como los apellidos nórdicos que indicaban el nombre del padre), o en qué lengua debe estar escrito o parecer estar escrito. 

Pero, con gran diferencia, el nombre más difícil de poner es el de la obra. Hay gente que no le da peso al tema, pero os aseguro que hay muchas personas (incluido servidor) que el nombre de la obra puede determinar ya buena parte del interés. Los clásicos son poner nombres del protagonista, del objetivo, de un evento clave... serían el caso de "Juego de tronos" que nos indica la batalla central de la historia; "Crónicas de la Dragonlance" que nos dice el objeto protagonista junto a una intención pesudohistórica (la palabra crónicas); "El viaje de Chihiro" que en el originalísimo título en español te comenta de qué va la peli (no voy a ponerme a hablar sobre traducciones ahora); o el ejemplo favorito de mi profesor de Narrativa audiovisual, "Alien", que es a la vez una pista y un spoiler de lo que contiene (porque seamos sinceros, el Alien tarda 45 minutos en aparecer). 

Poner nombre a una historia es un arte, y muchas veces es la diferencia entre tener éxito y tener mucho éxito.  Lo más normal es intentar ir a por un enfoque tradicionalista a no ser que os atrevís realmente con un nombre muy propio y que sepáis que funcionará muy bien y llamará la atención. Normalmente, en las obras editadas profesionalmente, el editor y el equipo de márqueting meten mano al tema de una manera descarada, y son personas que en teoría han estudiado la influencia de las palabras en la gente.

¿Y yo? Soy de los que piensa el nombre justo antes de presentar la obra.

P.D: Ésta temporada voy a visitar dos obras muy propias y diferentes entre ellas, aunque las dos son animes. Bakemonogatari y Fate/Zero. Avisados quedáis por el tema de que habrá en éstos textos muchísimos spoilers.

3 oct 2012

Calentando motores...

Buenas tardes!

Me complace anunciar que estoy vivo y que retomaré la actividad blogueril (?) en poco tiempo. Pero quiero hacer una llamada: estrenamos nuevo aspecto, nuevos formatos, nuevas secciones... ¿Y qué más?

¿Qué queréis en el blog?¿Qué os gustaría encontrar? Entre todos vamos a hacer éste un lugar interesante y rico. ¡Espero vuestras propuestas!