12 oct 2012

El Nombre

Es siempre culpa de los padres


El nombre es algo muy importante en una creación. Y no me refiero tan solo al nombre de la obra, sino también al nombre de cualquier elemento dentro de él, ya sea personajes, lugares o elementos propios.

Un nombre implica, primero de todo, cierta importancia: es un trabajo extra para el lector el hecho de recordar el nombre y relacionarlo correctamente, así que debemos justificar este esfuerzo. Hay veces que, mirándolo fríamente, ciertos personajes o elementos no necesitan tampoco un nombre propio. O incluso la falta de nombre propio es una característica del mismo. Es muchas veces más fácil llamar a alguien por su papel que ponerle un nombre propio que quizá no necesita. Por otra banda, es más cómodo muchas veces llamarlo con un nombre comodín o una convención, antes que inventar un nombre o un palabro. Estos temas están ya tocados en anteriores entradas, así que no voy a entrar más.

Llegamos pues, al momento clave: hemos asegurado que el nombre es imprescindible y necesario. Bien será normalmente un personaje protagonista o importante, un objeto o acción muy propio y clave en nuestra historia, o un lugar... La idea es básicamente la misma. Tenemos dos tipos de nombres:

- El nombre descriptivo: Es quizás el más poco natural en muchos casos, pero el literalmente más útil. Principalmente estamos hablando de un nombre que ya nos avanza o indica cosas de su portador. Somos incapaces de imaginar "Hivernalia" sin frío o nieve, o negar la pureza de Albus Dumbledore por su nombre. No soy responsable de lo que después realmente impliquen estos nombres en la historia. 

Todos los nombres en clave son normalmente descriptivos, también. Y es que la idea de relacionar a algo ya por solo su nombre es una ayuda muy grande en la exposición de historias.

- El nombre propio: Serían todos los demás, principalmente los de la mayoría de personas que leemos éste blog. No hay normalmente razón de peso aparente para que el nombre signifique algo. Frodo Bolsón o Haruhi Suzumiya son nombres que a buen principio no nos indican nada de su portador. Y sí, he usado portador adrede.

Los nombres propios dan más realismo, pero nos ponen aún la tarea de describir todo, y el lector tiene que recordar un nombre que no puede relacionar tan fácilmente.

Una vez decidido el tema, hay cosas a tener en cuenta: un nombre en nuestra obra muestra o debería mostrar cierta parte cultural de la misma. Geralt de Rivia viene de un sitio (Rivia) donde al parecer no hace falta apellido, cosa muy normal además en ciertas sociedades medievales, donde el apellido era un derecho regalado por la nobleza. En las sociedades latinas mantenemos los dos apellidos, mientras que en las anglosajonas tan solo mantienen el del padre de familia, perdiendo la madre el suyo al casarse. Una ciudad normalmente tiene un nombre con significado, aunque el significado esté escondido en algún idioma o circunstancia antigua.

Es por eso que cuando se trata de un nombre, no es el nombre y ya está: es una marca cultural que se imprime sobre el elemento. Debemos primero entender la sociedad que le puso el nombre para ver qué nombre le puso: entender si se referían a la situación del pueblo, a la utilidad del objeto o a si el crío se parecía al abuelo. Debemos ver si el nombre debe ser compuesto, si debe llevar herencia de alguna cosa (otro hecho cultural, como el del pueblo antes comentado, o como los apellidos nórdicos que indicaban el nombre del padre), o en qué lengua debe estar escrito o parecer estar escrito. 

Pero, con gran diferencia, el nombre más difícil de poner es el de la obra. Hay gente que no le da peso al tema, pero os aseguro que hay muchas personas (incluido servidor) que el nombre de la obra puede determinar ya buena parte del interés. Los clásicos son poner nombres del protagonista, del objetivo, de un evento clave... serían el caso de "Juego de tronos" que nos indica la batalla central de la historia; "Crónicas de la Dragonlance" que nos dice el objeto protagonista junto a una intención pesudohistórica (la palabra crónicas); "El viaje de Chihiro" que en el originalísimo título en español te comenta de qué va la peli (no voy a ponerme a hablar sobre traducciones ahora); o el ejemplo favorito de mi profesor de Narrativa audiovisual, "Alien", que es a la vez una pista y un spoiler de lo que contiene (porque seamos sinceros, el Alien tarda 45 minutos en aparecer). 

Poner nombre a una historia es un arte, y muchas veces es la diferencia entre tener éxito y tener mucho éxito.  Lo más normal es intentar ir a por un enfoque tradicionalista a no ser que os atrevís realmente con un nombre muy propio y que sepáis que funcionará muy bien y llamará la atención. Normalmente, en las obras editadas profesionalmente, el editor y el equipo de márqueting meten mano al tema de una manera descarada, y son personas que en teoría han estudiado la influencia de las palabras en la gente.

¿Y yo? Soy de los que piensa el nombre justo antes de presentar la obra.

P.D: Ésta temporada voy a visitar dos obras muy propias y diferentes entre ellas, aunque las dos son animes. Bakemonogatari y Fate/Zero. Avisados quedáis por el tema de que habrá en éstos textos muchísimos spoilers.

2 comentarios:

  1. no se si vaya con el tema pero debo decir que a veces un mal nombre puede invocar el odio de la gente, y no lo digo porque sea un nombre ofensivo sino porque es "inapropiado", crea expectativas que son muy diferentes al porducto en realidad, por ejemplo en los juegos con los spin off se nota mucho, hacer por ejemplo SH book of memories que si bien hubiera tenido otro nombre y unas skins ligeramente diferente no hubiera recibido ni un 10% de la rabiosa critica que tuvo.

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  2. El problema con un nombre de una franquicia es que viene ligado a una serie de recuerdos y de vivencias de las que tiene que estar a la altura.

    Otro tema es si los que critican son conscientes de lo que deben pedir a un nombre, pero eso viene ligado a varios artículos, como el de significantes ("Significantes y significados"), y la verdad es que muchas veces no son conscientes de ello. Pero como bien dices, un nombre puede provocar muy mala reacción al ser asociada con depende de qué productos.

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